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No está preparada del todo, sabiendo que debemos ser luz en la oscuridad muchas veces esa luz no es suficiente para la nube sombría que cobija a algunos, son demasiados los factores de riesgo que atraviesa la sociedad y por ende los miembros de la iglesia que nos quedamos cortos en “tratar” de ayudar a personas que pasan este tipo de situaciones. En mi caso personal, reconozco que he atravesado situaciones profundas de ansiedad, (Nadie lo notó), sin embargo el reconocer las causas y abordarlas me ha ayudado mucho a enfrentar las consecuencias de la crisis, afortunadamente y gracias a Dios, los intentos de suicidio no fueron fructíferos, las autolesiones físicas no dejaron marca y los pensamientos destructivos han ido minimizando en tanto más conozco de Dios y su gran consolador el Espíritu Santo.